En esta ocasión la escritora Martha Riva Palacio, autora de Haikú. Todo cabe en un poema si lo sabes acomodar, se presentó el 19 de marzo en la escuela primaria Cuauhtémoc para platicar con los alumnos de segundo y quinto grado de primaria, a quienes los motivó para escribir un poema.
A continuación copiamos un fragmento de la actividad que llevó a cabo:
¿Qué es un Haikú?
El Haikú surgió en Japón y es un poema corto de tres líneas.
Por ejemplo:
Un árbol silba.
Las hadas-luciérnagas
cabalgan en él.
Ahora, ¿cómo creen que se hace para escribir un poema?
Jugando con las palabras. Pronunciándolas en voz alta y escuchando cómo suenan.
Vamos a hacer un ejercicio: Levántense y estírense mucho... Más... como ligas... ¡Así!
Luego, párense apoyando los pies en el suelo con fuerza. Imaginen que son árboles y que nada los mueve de ahí.
Y ahora... vamos a hacer ejercicios con la voz. No les preocupe qué van a decir sus compañeros o si se oye mal. ¡Jueguen!
Primero, hagamos como changos. ¿Cómo hacen los changos?
Ahora... ¡como gallinas!
Con las palabras es igual.
Las palabras suenan, se estiran.
Por ejemplo Mar.
Yo digo Mar, pero puedo jugar y decir Maaaar o mmmmmmaaaaaaarrrrrrrrrrrr.... Depende de cómo me sienta.
Tal vez ustedes piensan que bueno, yo juego con las palabras y hago poemas porque soy escritora y eso.
¡Pues no!
El chiste es que todos podemos escribir y usar las palabras para expresar lo que sentimos. El problema es que nos da miedo. ¿A quién de ustedes les da miedo equivocarse? ¡Pues a mí también! Y luego, somos nosotros los primeros en criticarnos. ¿Cuántos sueños y proyectos dejamos escondidos en un cajón por pena? Yo les apuesto a que todos tenemos escondido un dibujo, una historia o una canción que nos da pena mostrar.
¿Qué vamos a decir a ese miedo que no nos deja hacer lo que nos gusta?
Decirle, ¡bah! Eso, ¡baaaaaahhhhh! Con fuerza, ¡baaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhh!
Todos los sueños valen.
Lo que no se vale, es dejarlos escondidos en un cajón.
¡Jueguen! ¡Jueguen mucho siempre!
Porque la poesía es un juego y todos sabemos jugar. ¿O no?
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