¿Por qué publicar para niños y jóvenes?

¿Cuál será la razón por la que muchos autores han comenzado a escribir para niños? ¿Qué les ha llevado a explorar en la literatura infantil y juvenil? ¿Por qué grandes escritores han empezado por escribir para los más pequeños y para los jóvenes? ¿Es ésta una forma de capturar a un público más amplio? ¿Es un medio literario que les genera más ventas?



La literatura infantil no es en esencia muy diferente de la literatura para adultos, por eso no es una literatura menor, ni es menos exigente que ésta. Requiere que el escritor tenga los conocimientos suficientes para conseguir la calidad literaria y el acomodo temático y formal que le permitan llegar al público al que van dirigido sus escritos. Sea cuál sea la razón por la que el escritor se decida a escribir para los niños o jóvenes, es importante que conozca bien lo que necesita para cautivar a su público.

Es muy importante por tanto definir precisamente para qué edades va dirigido, qué tipo de narración los atrae y qué personajes los mantienen anclados a las historias.

En relación a esto, en el sitio de premura.com han publicado una serie de artículos muy interesantes sobre la importancia de escribir de acuerdo a la edad a la que va dirigida un texto, los personajes que interesan a los niños y jóvenes, y sobre las diferentes clasificaciones de la editoriales de acuerdo a la edad.


En el Club Sácale Jugo a la Lectura nos permitimos reproducir los siguientes textos breves que publicaron sobre el tema:

Escribe de acuerdo con la edad

Los conflictos, en la literatura infantil deben ser relevantes a la edad a quien se dirige la novela. Los adolescentes están preparados para entender y preocuparse por conflictos exteriores a su marco de referencia que los niños aun no comprenden. Otros conflictos, particularmente los de carácter violento no se consideran apropiados, especialmente si el libro se usará en el aula. Pero conflicto es una palabra que se usa habitualmente para referirnos al obstáculo principal al que tendrá que enfrentarse el protagonista no tiene por qué ser triste o violento.

Los conflictos también pueden ser divertidos como a los que se enfrentan los protagonistas de novelas tan dispares como 'Frena, Cándida Frena' de Maite Carranza o 'Nunca más' de Fernando Lalana y José María Almárcegui. (Ver entrevista a Fernando Lalana.) El humor es un recurso útil tanto en literatura infantil como en literatura juvenil. Care Santos por ejemplo, también lo usa en su Operación Virgo para contar las aventuras de una adolescente que, ayudada por su amiga, quiere dejar de ser virgen y buscan mil y una estrategias para encontrar al candidato ideal para tal menester.

Los lectores de todas las edades, necesitan sentirse reflejados de alguna manera en sus lecturas. Y tu necesitas ver a tus lectores como individuos que pasan por ciertas etapas entre los seis y los dieciséis años. Para la literatura infantil, el individuo quiere iniciar un paso adelante para impactar a su mundo más inmediato: familia, escuela, amigos, pueblo... Cuando un personaje cambia, el lector tiene que pensar “yo también puedo hacerlo”.

En '¿Y si me defiendo?' de Elizabeth Zöller, Krissi, su protagonista pasa del miedo inicial a los matones del colegio a hablar de violencia en la escuela y a encontrar maneras de defenderse junto a los compañeros de clase.

En literatura juvenil, en cambio, los lectores no tienen tanta necesidad de verse reflejados en el libro. Sus mundos se expanden, y les gusta salir de sus puntos de referencia a través de la ficción. Lo más importante es que los adolescentes entiendan el por qué de las decisiones que toman los personajes para poder juzgar por si mismos si son buenas o no.

En 'No has muerto en Stalingrado', de Delstanches y Vierset, Walter Giezsce, se preocupa por buscar a su padre, que ha sido apresado en 1943 después de la batalla de Stalingrado. La mayoría de adolescentes si bien no viven situaciones similares, podrán entender las sensaciones que describe el joven Walter.

En conclusión, para escribir literatura infantil debemos tener muy claro el argumento y seguir la línea argumental sin irnos por las ramas. Debemos usar protagonistas cercanos a nuestros lectores, con vivencias similares. Y los conflictos deben ser cercanos. Los niños, al finalizar la obra, continuarán siendo niños. Por el contrario, la literatura juvenil suele hablar de crecimiento. Sus protagonistas no tienen por qué ser cercanos al lector, sino más bien verosímiles. Y los conflictos suelen ser más grandes incluso pueden no formar parte del círculo habitual de vivencias de un adolescente típico.

Cruzando el umbral... o no

¿Recuerdas cuando creías que podías cambiar el mundo? Los protagonistas en las novelas para niños y adolescentes muchas veces son héroes que cumplen las expectativas de sus lectores. Pero el tamaño del mundo que cambian depende de la edad a quien va dirigida la novela. En las novelas para niños, los protagonistas suelen aplicar los cambios sobre sí mismos, sobre sus familias, sobre sus amigos o su vecindario, asegurando de esta manera a sus lectores que los problemas pueden afrontarse y resolverse. Pero al final del libro, los personajes continúan siendo niños. Más fuertes, más listos o más independientes, pero niños al fin y al cabo. En las novelas para adolescentes el mundo se expande y los conflictos son más sobrecogedores. Es muy posible que el cambio sea más radical y que en su camino, los adolescentes se conviertan ya en adultos.

En 'El Zoo de Pitus' de Sebastià Sorribes, por ejemplo, un grupo de niños y niñas deciden ayudar a un amigo enfermo que no tiene suficiente dinero para pagarse un viaje y una operación a Suiza organizando un zoo en el barrio. Las aventuras que correrán y la amistad creciente entre ellos los volverá más fuertes, pero al final de la novela continuarán siendo niños.

En cambio, en 'La guerra de mi hermano', de Jordi Sierra i Fabra, Gabriel vivirá la guerra en dos frentes, uno viendo como su hermano se marcha a una zona de conflicto y otra con las manifestaciones que se generan a raíz de ese conflicto. También aprenderá que las guerras pueden estallar en la familia. Y acabará la novela con más tristeza, pero también más adulto.

Tengamos en cuenta que como mayor sea nuestra audiencia, los conflictos cada vez profundizan más y las subtramas se complican. Podemos añadir nuevos personajes y nuevas preocupaciones.

A estadios diferentes, estilos diferentes

En muchos casos, la edad del protagonista es una buena pista a la hora de determinar la edad del lector a quien va dirigida la obra, aunque no siempre. A los niños y las niñas les gusta leer sobre personajes que tienen su edad o son uno o dos años mayores que ellos. A veces un protagonista más joven puede atraer a lectores mayores siempre y cuando su historia tenga que ver con lo que viven los niños en ese momento.

Más o menos, las edades en que las editoriales suelen dividir los libros para niños son: De 0 a 3 años, de 3 a 5, a partir de 6 o 7 años, a partir de 9 años, a partir de 12 años y a partir de 13-14 años. Incluso algunas editoriales tienen libros para chicos y chicas mayores de 16 años. En general, suele considerarse literatura infantil hasta los 12 años y literatura juvenil a partir de los 13. En esta ocasión hablaremos de los libros dirigidos a niños y niñas entre 6 y 15 años, buscando las diferencias entre las diferentes etapas. Más adelante hablaremos de los álbumes ilustrados y los libros para niños y niñas menores de 6 años.

Mientras escribas, intenta visualizar a tu audiencia. La literatura infantil va dirigida niños y niñas desde los 6 años (si ya tienen suficiente soltura lectora) hasta los 12. En general, tiene una trama básica y la sigue sin adentrarse en otros vericuetos. La literatura juvenil que suelen leer chicos y chicas a partir de 13 años, será más compleja y los personajes se cuestionarán aquello que preocupa también a sus lectores. Pero hay algunas obras que traspasan los límites entre una y otra.

Mientras que en la literatura juvenil se extrema la sofisticación en cuanto a argumentos y personajes, en literatura infantil, los personajes se parecen mucho a sus lectores aunque enfatizando alguna de sus cualidades, como ser más valientes, correr riesgos más grandes o vivir situaciones extremas. Los lectores de literatura juvenil, en cambio, buscan la verosimilitutd. Pueden entender puntos de vista que no sean el propio siempre que estén bien argumentados. Por lo general, suelen gustar de literatura realista que refleje el mundo real, sea éste bueno o malo.

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