Dos autoras, dos madres

En el siguiente artículo Estela Leñero y Berta Hiriart, ambas coautoras de los libros El mundo de la pintura, El mundo de la danza, y El mundo del teatro, de la colección Asómate al Arte, publicada por Ediciones El Naranjo, nos platican sobre su posición como madres y profesionistas.

Detrás de la imagen de la mujer intelectual y emprendedora, siempre estará la de una madre que lucha por y para sus hijos; enfrentando muchas veces las barreras sociales para mantener su vida personal y profesional a la par, mostrando así a la mujer fuerte que continúa adelante pese a todo.

Estela Leñero y Berta Hiriart hablan de su experiencia como madres profesionistas y multichambas*

Toda mamá contemporánea es una mujer multiusos, que debe combinar una gran cantidad de papeles y personajes. Ser mamá es un gusto y satisfacción, pero el rol de la formación de los hijos que le ha correspondido históricamente a la mujer no es su responsabilidad exclusiva, sino que tiene que ser compartida, indica la escritora, periodista y directora escénica Estela Leñero.

Con todo y los avances en materia de derechos, señala, la sociedad no apoya a la mujer con el rol de madre, proporcionando guarderías, estancias o la economía suficiente para asumir sus papeles, por lo que muchas mujeres sacrifican su carrera profesional por la maternidad. “Una madre sufre cuando no desarrolla su faceta profesional y creativa en el mundo exterior”, apunta.

Para la autora de obras como Casa llena, habitación en blanco, aun y con los avances en materia de derechos no existen las facilidades ni las condiciones ideológicas para compartir el papel de la maternidad, porque el hombre sigue creyendo que la responsabilidad es de las mujeres. “No estoy de acuerdo con eso. No puede ser así”, expresa.

Estela Leñero recuerda una ocasión en que fue a Grecia a un encuentro internacional de mujeres de teatro y tuvo que dejar el cuidado de su hija a su esposo y un servicio doméstico: “Mi hija tenía un año y tuve que dejar casi un libro de instrucciones en la casa de lo que había que resolver”, acepta.

Ante este panorama, la autora de Las máquinas de coser e Insomnio sugiere a las mujeres “encontrar la manera de realizar esos múltiples papeles que la sociedad nos obliga a hacer, porque la maternidad no está peleada con el desarrollo profesional y creativo que queda por delante”.

Y recuerda que cuando una mujer se desempeña como madre y profesionista, transmite ese ejemplo a sus hijas e hijos, “así que cuando una hija ve que su madre trabaja y le da importancia a su realización profesional, ella naturalmente lo valora y le sirve de ejemplo”.

METER LA PATA. Aunque es difícil combinar el papel de mamá con el desarrollo profesional, la dramaturga Berta Hiriart señala: “Aunque no se llegue a los niveles de competencia laboral de los que gozan los hombres o las mujeres sin hijos, ser mamá es una experiencia significativa que muchas mujeres quieren vivir”.

Para la guionista, autora de cuentos y obras de teatro para niños, la maternidad no tiene fórmulas, se trata de una relación humana muy profunda y compleja, es un compromiso –en el mejor de los casos libremente elegido– con otro ser humano que habrá de crecer bajo nuestro cuidado para luego independizarse.

“Lo que hacemos es colaborar en la formación de los niños y las niñas para que lleguen a ser jóvenes y adultos pensantes, creativos, gozosos y útiles para los demás”.

Hiriart señala que muchas veces no fue fácil conciliar el trabajo, la maternidad y algunos gustos propios, como leer e ir al cine. “Sin embargo, tuve la suerte de contar con un compañero que le entraba al parejo, con amigas con quienes compartía el cuidado de los hijos y también con la ayuda eventual de alguna empleada. La verdad es que disfruté enormemente de mis niñas, ahora mujeres adultas”, detalla.

Aún recuerda cuando llevaba a sus hijas a las reuniones de La Revuelta, periódico del grupo feminista al que pertenecía, o a Radio Educación y a los talleres del Cuerpo y sociedad. “Y no crean que esto las hacía muy felices: hasta la fecha me lo reprochan entre broma y no. Ninguna mamá es perfecta ni debiera pretenderlo. Yo acepto que metí mil veces la pata, pero siempre hice lo que, en su momento, me pareció mejor para ellas y para mí”.

“Ahora soy abuela –explica– y hace tiempo que no tengo que vérmelas con la multichamba de madre trabajadora. Pero observo a las mamás jóvenes y me doy cuenta de que para cumplir con todo tienen que hacer un esfuerzo, aunque no creo que sea mayor que el realizado por las mujeres de mi generación”.


*Fuente: http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=505238

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