Día del Niño en El Naranjo: libros, música y poesía

Los niños descubrieron distintos oficios en la Vasconcelos de la mano de los "regaladores"

Para Ediciones El Naranjo, todos los días debe celebrarse el Día del Niño a través del respeto a sus ideas y a sus derechos. Sin embargo, aquí te contamos cómo se instauró por primera vez la celebración y los eventos que realizamos este año para celebrar a los más pequeños.
En 1954, la Organización de las Naciones Unidas recomendó a todos los países que instauraran una fecha para celebrar el Día Universal del Niño. El más extendido fue el 20 de noviembre, fecha que coincide con la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño unos años más tarde. A través de este documento, los adultos adquirían responsabilidades que debían asegurar derechos como la educación o la salud en la infancia.
En México se celebra el 30 de abril, y aunque de alguna manera ha perdido su esencia original, dedicar un día a la celebración de los niños nos permite recordar todo lo que traen a nuestras vidas y lo que podemos aportar a las suyas, por ejemplo, a través de la literatura.

Martha Riva Palacio celebra el Día del Niño en la Vasconcelos
Este año la Biblioteca Vasconcelos organizó un evento por el Día del Niño en el cual escritores, ilustradores, payasos, boleros, eléctricos, bomberos y personas de cualquier profesión podían acudir al recinto el domingo 28 de abril y compartir sus experiencias con grupos pequeños.
Los “regaladores” —como se les denominó— podían capturar el interés de los niños a partir de una plática basada en la curiosidad y en la pasión que los une a sus actividades. Ediciones El Naranjo acudió con la autora Martha Riva Palacio Obón, quien compartió las emociones por las que la poesía le permite atravesar.
Martha Riva Palacio pidió a los niños que escogieran un verso

Autora de Haikú. Todo cabe en un poema si lo sabes acomodar, habló de la importancia que tiene la sonoridad en los versos y de cómo, dentro de muy pocas palabras, los haikús pueden reunir una gran fuerza metafórica.
Martha Riva Palacio compartió con dos grupos distintos la experiencia que tenía preparada: les preguntó cuáles eran sus palabras favoritas y les pidió que hicieran sonidos de animales. Quienes acudieron a la Biblioteca Vasconcelos, también recibieron un globo blanco lleno de helio del que colgaba una tarjeta, en ella tenían que escribir un deseo y lanzarlo dentro de la biblioteca antes de irse.
Compartir con los niños de distintas edades e intereses permitía a los “regaladores” responder preguntas y abrir nuevas puertas para ellos: como la poesía.

Círculo Editorial Azteca y El Naranjo van a IztapalapaEn el auditorio Quetzalcóatl de la Delegación Iztapalapa, Círculo Editorial Azteca y Ediciones El Naranjo unieron esfuerzos para presentar dos títulos: Copo de algodón y Los muertos andan en bici.
“Juguemos a leer” fue el nombre del evento en el que se presentaron los cuentacuentos Valentina Ortiz y Luis Puga. Ellos realizaron dos espectáculos para los asistentes a través de los cuales mostraron a los niños el valor de la lectura, y los mundos que pueden descubrirse a través de ella.

Valentina Ortiz atrapó a los espectadores con instrumentos musicales
Valentina Ortiz contó a los asistentes Copo de algodón, escrito por María García Esperón e ilustrado por Marcos Almada Rivero. El libro cuenta la historia de la hija de la princesa de Tacuba, una niña que vivió la llegada de los españoles al México Antiguo. Acompañada de instrumentos musicales de viento y algunos tambores, Valentina envolvió con el relato a los niños y les mostró que la Historia puede ser muy interesante.
Los muertos andan en bici, escrito por Christel Guczka y con ilustraciones de Betania Zacarias, fue narrado por Luis Puga. Acompañado de una guitarra, con la que interpretó una canción sobre los muertos, el cuentacuentos habló de la historia de Tocino y su perro Zacate y de cómo ambos encuentran a su abuelo en la cajuela del auto.
Luis Puga contó Los muertos andan en bici
La intención principal de Ediciones El Naranjo y Círculo Editorial Azteca fue la de acercar a los niños a la lectura y llevar narraciones como éstas hasta sus oídos para despertar su imaginación con espectáculos de música y letras.

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