Federico Guzmán Rubio, autor del libro Descifrar el cielo. La astronomía en Mesoamérica, publicado por Ediciones El Naranjo en 2007, estrena su nuevo libro Los andantes (ed. Lengua de Trapo), una colección de relatos con los que se ganó el VIII Premio de Narrativa Caja Madrid 2010.
En el Club Sácale Jugo a la Lectura nos permitimos reproducir la reseña escrita por Agustín Velasco para su sitio Lectorufilia.
Aquí el texto:
Los andantes*
Ya lo advierte en la editorial en la contraportada: “El lector decidirá si lee este libro como un conjunto de cuentos hilvanados o una novela disgregada”. Yo no tenía muy clara cuál era mi opción, pero conforme pasaba de un relato a otro se me hacían obvias las conexiones entre unos y otros. Estoy hablando de Los andantes (ed. Lengua de Trapo) de Federico Guzmán Rubio, un mexicano licenciado en Letras Hispánicas que actualmente reside en España cursando el doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid.
Esta colección de relatos ya viene avalada por haber ganado el VIII Premio de Narrativa Caja Madrid y su grandeza reside en que el autor sabe orientarse (y desorientar al lector) en el desierto del desconcierto, en la frágil frontera de la sinrazón. El hilo conductor es que todas son historias de hombre y mujeres que toman decisiones inesperadas, que no llegan a donde el sentido común les dicta y vuelven tras sus pasos sobre la incertidumbre. Que hacen aquello que tienen muy claro que no quieren hacer, o que no hacen lo que todos esperan de ellos. Son personajes que vagan por un mundo donde se teje una telaraña de interconexiones y que saben que lo transitan sin red de protección. Hay veces que no tendrás muy clara la cordura del personaje (o del autor), ¿pero dónde está escrito que la vida –y la literatura como reflejo de esta– tiene que ser cuerda?
Federico Guzmán plantea esta historia como un álbum de fotos, momentos inmortalizados en el espacio y en el tiempo, y el último capítulo puedes encontrar más claramente el hilván que cohesiona la estructura. Así mismo verás que hace uso de personajes y sensaciones que se repiten y reinterpreta, como un pintor que realiza una versión de un cuadro anterior donde vuelca nuevas ideas, al modo de esa fijación que tiene Almodóvar con algunos temas que esboza en unas películas, para repetir y extender en otras. También juega con la voz de sus personajes, de la narración, que a veces adopta ese tono del castellano americanizado de los inmigrantes mexicanos en EUA, y otras recurre a un castellano académico impecable (siempre con los modismos propios de su origen, como el usar la palabra ‘mesero’ por ‘camarero’).
Personalmente creo la tercera parte de su libro es en las que la genialidad más brilla. Este bloque formado por los relatos "Los días iguales", "Los días ajenos" y "Los días distantes", es una trilogía magistral de gran carga psicológica, digna (valga el paralelismo) de Krzysztof Kieslowski. Básicamente va sobre una mujer que se empeña en moldear cada día de su vida para que no varíe sustancialmente del anterior o el posterior, donde los amantes llegan y se van de su vida siguiendo un patrón cíclico predeterminado. Una existencia que nace de la repetición, donde la rutina crea la evolución del devenir que no es más que una foto estática. Hasta que el narrador, el último amante de esa mujer, que se da cuenta que no ha sido más que un elemento más de su rutina, decide ‘vengarse’ de una forma muy sutil e imaginativa, desestabilizando su existencia gravemente simplemente con la escritura y la adulteración de su diario. Los días distantes es mi relato favorito, porque muestra las consecuencias de esa venganza, y porque además de un erotismo exacerbado juega con el humor para crear una historia delirante.
En resumidas cuentas "Los días distantes" habla de Sévrine, esa mujer, perdida por la ruptura de su universo toma el primer avión con destino a un país francófono y pasa una semana en la ciudad que abandonará tras una última jornada marcada por una maratón sexual. No podrás evitar soltar alguna carcajada con Sévrine y su total desinhibición, y sobre todo con la relación tortuosa que mantiene con el camarero del restaurante del hotel donde desayuna cada día.
Os dejo un extracto que empieza cuando Sévrine pide un café caliente y el camarero se lo pone templado. Ella pide que lo retire y se lo traiga caliente volviendo a obtener un café templado. A la tercera vez que le es presentado un café templado:
“Regresa con un café con leche otra vez tibio. Me lo tomo tranquilamente. Al tragar el último sorbo, ya frío, me concentro y vomito el desayuno sobre la mesa. Felizmente, a la salida del restaurante siento otra arcada y alcanzo a vomitar otra mesa, en la que tomaban su desayuno un par de hombres de traje con la cara desagradable propia de los letones. Europa tiene su precio, alcanzo a musitar.”
Magistral.
*Fuente: http://blogs.grupojoly.com/lecturofilia/2010/06/30/los-andantes/
¿Quién es Federico Guzmán Rubio?
Esta colección de relatos ya viene avalada por haber ganado el VIII Premio de Narrativa Caja Madrid y su grandeza reside en que el autor sabe orientarse (y desorientar al lector) en el desierto del desconcierto, en la frágil frontera de la sinrazón. El hilo conductor es que todas son historias de hombre y mujeres que toman decisiones inesperadas, que no llegan a donde el sentido común les dicta y vuelven tras sus pasos sobre la incertidumbre. Que hacen aquello que tienen muy claro que no quieren hacer, o que no hacen lo que todos esperan de ellos. Son personajes que vagan por un mundo donde se teje una telaraña de interconexiones y que saben que lo transitan sin red de protección. Hay veces que no tendrás muy clara la cordura del personaje (o del autor), ¿pero dónde está escrito que la vida –y la literatura como reflejo de esta– tiene que ser cuerda?
Federico Guzmán plantea esta historia como un álbum de fotos, momentos inmortalizados en el espacio y en el tiempo, y el último capítulo puedes encontrar más claramente el hilván que cohesiona la estructura. Así mismo verás que hace uso de personajes y sensaciones que se repiten y reinterpreta, como un pintor que realiza una versión de un cuadro anterior donde vuelca nuevas ideas, al modo de esa fijación que tiene Almodóvar con algunos temas que esboza en unas películas, para repetir y extender en otras. También juega con la voz de sus personajes, de la narración, que a veces adopta ese tono del castellano americanizado de los inmigrantes mexicanos en EUA, y otras recurre a un castellano académico impecable (siempre con los modismos propios de su origen, como el usar la palabra ‘mesero’ por ‘camarero’).
Personalmente creo la tercera parte de su libro es en las que la genialidad más brilla. Este bloque formado por los relatos "Los días iguales", "Los días ajenos" y "Los días distantes", es una trilogía magistral de gran carga psicológica, digna (valga el paralelismo) de Krzysztof Kieslowski. Básicamente va sobre una mujer que se empeña en moldear cada día de su vida para que no varíe sustancialmente del anterior o el posterior, donde los amantes llegan y se van de su vida siguiendo un patrón cíclico predeterminado. Una existencia que nace de la repetición, donde la rutina crea la evolución del devenir que no es más que una foto estática. Hasta que el narrador, el último amante de esa mujer, que se da cuenta que no ha sido más que un elemento más de su rutina, decide ‘vengarse’ de una forma muy sutil e imaginativa, desestabilizando su existencia gravemente simplemente con la escritura y la adulteración de su diario. Los días distantes es mi relato favorito, porque muestra las consecuencias de esa venganza, y porque además de un erotismo exacerbado juega con el humor para crear una historia delirante.
En resumidas cuentas "Los días distantes" habla de Sévrine, esa mujer, perdida por la ruptura de su universo toma el primer avión con destino a un país francófono y pasa una semana en la ciudad que abandonará tras una última jornada marcada por una maratón sexual. No podrás evitar soltar alguna carcajada con Sévrine y su total desinhibición, y sobre todo con la relación tortuosa que mantiene con el camarero del restaurante del hotel donde desayuna cada día.
Os dejo un extracto que empieza cuando Sévrine pide un café caliente y el camarero se lo pone templado. Ella pide que lo retire y se lo traiga caliente volviendo a obtener un café templado. A la tercera vez que le es presentado un café templado:
“Regresa con un café con leche otra vez tibio. Me lo tomo tranquilamente. Al tragar el último sorbo, ya frío, me concentro y vomito el desayuno sobre la mesa. Felizmente, a la salida del restaurante siento otra arcada y alcanzo a vomitar otra mesa, en la que tomaban su desayuno un par de hombres de traje con la cara desagradable propia de los letones. Europa tiene su precio, alcanzo a musitar.”
Magistral.
*Fuente: http://blogs.grupojoly.com/lecturofilia/2010/06/30/los-andantes/
¿Quién es Federico Guzmán Rubio?
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